Este tipo de terapia se centra en los síntomas y en los problemas actuales del paciente. Determinados patrones de pensamiento tienen efectos adversos sobre creencias, emociones y conducta, por lo que se aborda su reestructuración para la mejora de la situación actual del paciente y para la prevención de recaídas.
A esto se añade el componente de Atención Plena, de manera que se anima a los clientes a aprender a estar con aquello que le perturba o le genera un malestar, basándose en la idea que en no pocas ocasiones, al tratar de luchar contra las emociones o sensaciones negativas, creamos más tensión y desgaste psiquico y físico.